a leer con atención
Queridos amigos:
Quiero compartir con ustedes la información de que la empresa Siemens
(tal vez el mayor proveedor eléctrico del mundo) ha decidido abandonar
la energía atómica y cerrar definitivamente sus actividades del rubro
nuclear. Lo hace en consonancia con la decisión alemana de ir
clausurando las 17 centrales atómicas de ese país. También influyó el
reciente plebiscito de Italia, en el
cual el 95 por ciento de los ciudadanos votó por no aceptar la opción
nuclear como fuente de energía. Y, sin duda, todos estaban pensando en
el accidente de la central atómica japonesa de Fukushima que, después de
seis meses de producido, sigue aún fuera de control en el país más
tecnologizado del mundo.
Por una extraña paradoja, Argentina es
compradora de la primera y la última central atómica de Siemens. El
primer reactor que construyó esa empresa, Atucha I, se colocó en
Argentina, antes de que hubiera uno equivalente en Alemania. Sobrevuela
esta historia la presunción de que los alemanes temían hacer una primera
experiencia en su propio territorio y recién aceptaron cuando vieron
que Atucha I funcionó un tiempo sin desastres. El último reactor que
fabricará Siemens está en construcción en Argentina. Está ubicado junto
al anterior y se llamará Atucha II.
Así, hemos pasado por el
deslumbramiento inicial de la energía atómica al desencantamiento final,
sin registrar su decadencia en los países del Norte. Todavía
calificamos como "de punta" a una tecnología que ellos iniciaron, que
nos vendieron para bajar sus costos y que ahora empiezan a abandonar.
Inveterados compradores de chatarra sofisticada, estamos orgullosos de
invertir en lo que los europeos descartan.
Los motivos por los cuales nos seducen tanto los espejitos peligrosos pero bellamente coloreados merecen una amplia discusión.
Un punto de vista que hemos sostenido a menudo es que vivimos en una
sociedad que niega nuestra pertenencia de la naturaleza. Lo hace
mediente mecanismos sutiles que nos llevan a olvidar ese vínculo
profundo que tenemos con el medio natural que nos sustenta.
Por eso nuestra insistencia en mantener presente la conciencia de los ritmos de la naturaleza.
Antonio Elio Brailovsky -
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