martes, 20 de abril de 2010

Circo sin esclavos


Por: GUSTAVO LARIOS VELASCO Una sociedad informada y organizada tiene en sus manos la posibilidad de generar cambios positivos al hacer consumos responsables, aún cuando la burocracia en turno sea más un obstáculo que un instrumento al servicio de la ciudadanía. Frente a organizaciones civiles que argumentan, suelen ser los arreglos en privado los que definen las decisiones públicas; sin embargo, la fuerza para transmitir información por parte de las organizaciones sigue creciendo.

Salvo en el periodo presidencial de Juárez, los espectáculos con animales han tenido en la legislación mexicana una complicidad vergonzosa. Con mucho esfuerzo ciudadano se han conseguido avances en la tutela de los no humanos en distintas áreas, pero no en donde menos se justifican la tortura y la muerte: la diversión.
La cacería cuenta con una permisividad inmoral e irresponsable, al igual que la pesca deportiva, los rodeos, los palenques, las imitaciones de "Pamplonadas", las corridas, novilladas o becerradas y los circos con animales. La ignorancia del gobierno sobre los derechos de los animales es proporcional a su incapacidad para conseguir la paz.
De acuerdo a las leyes mexicanas, el aprovechamiento de animales silvestres debe observar trato humanitario, en tanto que todo servidor público está obligado a promover el respeto a las diferentes formas de vida. Autorizar animales en circos viola lo anterior, pero ello no parece ser entendido por la burocracia. Por este motivo, a finales de la legislatura pasada, en la Asamblea Legislativa se presentó una iniciativa para prohibir circos con animales. Se demostró el gran sufrimiento de los cautiverios infames, donde se les fuerza a realizar actos ajenos a su naturaleza. Éticamente no se justifica arrebatar la libertad a un animal, para esclavizarle y convertirle en objeto de diversión.
La legislatura se sometió a intereses particulares y terminó por apostarle al olvido, pero tales artimañas ya no funcionan del todo. Uno de los circos más conocidos de México fue visitado por activistas a efecto de solicitar que eliminaran sus actos con no humanos, esencialmente por ética, pero también haciéndoles ver que los circos más exitosos son los que no utilizan animales. Se invitó a los empresarios a comprender que la mayoría de los mexicanos rechazamos el abuso y que no acudimos a esas funciones evitando escenas deprimentes: animales tristes, atemorizados y humillados, con vidas limitadas a rejas, cadenas, órdenes, golpes, ruido y otras situaciones estresantes y dolorosas.
No hubo respuesta formal, pero los hechos hablaron: a principios de abril se anunció en los medios que la empresa presentaría por primera vez un espectáculo sin animales, reconociendo la tendencia mundial de los circos en ese sentido.
Hace años que los defensores de animales, conscientes de la crueldad que encierran los circos, han informando a la población sobre abusos y sobre ética; incluso se han presentado denuncias. La conciencia ha crecido y las taquillas de esos negocios se han visto afectadas, de allí que para evitar el fracaso han empezado a ofrecer más habilidades humanas y menos esclavitud de fauna.
Las plazas de toros también están semivacías y por más publicidad que ocupan, sus empresarios no logran regresar a la inconciencia a una nueva generación de mexicanos capaces de valorar entre una muy dudosa estética (considerada por psicólogos como una forma patológica de divertirse) y el derecho a una vida libre de tortura de todo animal.
Los legisladores podrán seguir mostrando su falta de estatura moral ante una sociedad a la que deberían de servir, pero ello no impedirá que la ciudadanía consciente se siga fortaleciendo con el conocimiento, pudiendo decidir si paga por crueldad o si su dinero se destina a espectáculos libres de dolor y muerte. En el caso de los circos que se resisten a evolucionar, la sociedad mexicana se merece un gran aplauso por no visitarlos.

http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/516870.circos-sin-esclavos.html

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