miércoles, 14 de abril de 2010

Ética

En un ensayo titulado "Acerca de comer carne", el autor romano Plutarco escribió: "¿Puedes realmente preguntar por qué razón Pitágoras se abstenía de comer carne? Por mi parte, más bien me asombro y me pregunto, por qué gran accidente y en qué estado mental, el primer hombre utilizó su boca para desgarrar y llevar sus labios a la carne de una criatura muerta, tendió su mesa con cuerpos muertos y pálidos y se aventuró a llamar alimento y nutrición a esos seres que en un momento se alegraron, lloraron, se movieron y vivieron...¿Cómo pudieron sus ojos soportar la matanza cuando sus gargantas eran cortadas y sus miembros descuartizados? ¿Cómo pudo su nariz soportar esos olores? ¿Cómo es que esa contaminación no trastornó su gusto y pudo beber jugos y serúmenes de heridas mortales?...Ciertamente, no comemos leones o lobos por autodefensa, por el contrario, matamos criaturas dóciles que ni siquiera tienen dientes para dañarnos. Por un poco de carne los privamos del sol, la luz y de la duración de la vida a la cual tienen derecho". Luego él desafió: "Si dices que has nacido para comer carne, entonces mata con tu propio esfuerzo lo que quieres comer, hazlo sin la ayuda de armas ni cuchillos".
. “Sólo las bestias satisfacen su hambre con carne, y ni siquiera todas ellas". Dice en la biografía de Pitágoras.
El famoso autor ruso León Tolstoy escribió que: "Por matar animales para ali¬mentarse, el hombre suprime innecesariamente su capacidad espiritual más grande, aquella de simpatía y piedad hacia las criaturas vivas como él mismo, y por violar sus propios sentimientos se vuelve cruel". El también advirtió: "Mientras nuestros cuerpos sean las tumbas vivientes de animales asesinados, ¿cómo podemos esperar alguna condición ideal en la Tierra?".
Cuando perdemos el respeto por la vida animal también lo perdemos por la vida humana. Hace veintiseis siglos Pitágoras dijo: "Aquellos que matan animales para comer su carne tienden a masacrarse a sí mismos".
Nos sentimos temerosos de las armas del enemigo, de las bombas y de los misi¬les, pero podemos cerrar nuestros ojos al dolor y al temor que nosotros mismos creamos por matar 15 mil millones de animales por año. ¿Podemos negar que esta brutalidad nos hace más brutales también?
Leonardo da Vinci escribió: "Realmente el hombre es el rey de las bestias, porque su brutalidad excede la de ellas. Vivimos de la muerte de otros, somos como ce¬menterios andantes. Llegará el momento en que el hombre verá el asesinato de los animales como ahora vé el asesinato de los hombres".
Mahatma Mohandas Gandhi dijo: "La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que ellos tratan a sus animales. Yo siento que el progreso espiritual requiere que en algún momento dejemos de matar a nuestras criaturas hermanas para la satisfacción de nuestros deseos corporales".
En realidad muy poca gente establece una relación consciente entre el matadero y la carne que llega a su mesa. La verdad es tan desagradable que todos prefieren cubrirla o ignorarla. Los mataderos son visiones del infierno; los animales gritan y son golpeados con martillos, shocks eléctricos o muertos a balazos. Luego son colgados y transportados a través de fábricas de muerte mecanizadas.
Muchas veces la simple mención del vegetarianismo trae la pregunta: ¿Y qué acerca de las proteínas? A ésta, el vegetarianismo puede bien responder: ¿Y qué de los elefantes? ¿Y los rinocerontes? ¿Y los toros?. La idea de que la carne tiene el monopolio de la proteína, y de que se requiere gran cantidad de proteína para la energía y la fuerza son ambos un mito.
Mientras son digeridas, las proteínas se desdoblan en sus aminoácidos constitu¬yentes, los cuales son usados por el cuerpo para el crecimiento y reemplazo de teji¬dos. Todos los aminoácidos esenciales existen en abundancia en alimentos sin carne. Los productos de la leche, granos y cereales, legumbres y nueces son todas fuentes concentradas de proteína.
Numerosos estudios han mostrado que una dieta vegetariana apropiada provee más energía nutricional que la carne.

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